Las algas que se encuentran el agua almacenada se han identificado como un riesgo a la salud, por que producen toxinas, así como compuestos asociados al sabor y olor del agua. La exposición prologada a estas toxinas pueden causar un daño severo al hígado.
Las algas aunque siempre han estado en el agua y se considera un problema usual que puede causar afectaciones al equipo de potabilización, además de aumentar la demanda química de cloro y así provocar un aumento de subproductos cancerígenos.
Las algas son tipícamente removidas por:
pre-oxidación - coagulación - floculación.
La etapa de pre-oxidación remueve de manera específica diferentes elementos inorgánicos, orgánicos y biológicos contenidos en el agua, tales como: materia orgánica que sea oxidable, microorganismos como bacterias, algas y hongos,iones de hierro y manganeso y amoníaco.
La pre-oxidación permite remover también los parámetros organolépticos de color, olor y sabor. En este proceso, el pre-oxidante más utilizado es el cloro, sin embargo, se han utilizado desde hace 20 años otros reactivos como son los derivados del cloro, el dióxido de cloro, el ozono y el permanganato de potasio, pues implican menores riesgos a la salud en cuanto a los subproductos generados y presentan una efectividad comparable e incluso mejor al uso del cloro, para la inactivación de microorganismos.
El dióxido de cloro ClO2 ha ganado una gran aceptación como desinfectante y también
como agente para eliminar el mal sabor y olor en agua (Zhanga, 2008).
También permite destruir sustancias orgánicas que proporcionan color o que son precursoras de THM. Se ha demostrado que la dosificación del dióxido de cloro en plantas de tratamiento de agua disminuye la concentración de THM respecto al uso de cloro.
Es por lo anterior, que el dióxido de cloro se aplica especialmente cuando las aguas crudas contienen altas concentraciones de precursores que, con la coloración tradicional, darían lugar a la formación de subproductos de desinfección.
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